El fin de semana pasado asistimos a una de las eliminatorias de Copa Davis más electrizantes de los últimos años con el público enfervorizado y emoción a raudales.
Es verdad que estas cosas solo les importan a cuatro amantes del deporte de la raqueta. A mucha gente le puede parecer absurdo derrochar el último fin de semana con buen tiempo de este año en Moscú, encerrado en un estado cubierto, lleno de gente y con el aire enrarecido... punto de vista respetable, es una forma de ver las cosas.
En realidad todo el meollo de nervios se concentró en el cuarto partido - el primero del domingo. Los tres primeros habían sido solventados, casi por la vía rápida, primero por los rusos y después por los americanos. El cuarto encuentro enfrentaba al ruso (criado en Estados Unidos) Dmitri Tursunov contra el conocido yanki Andy Roddick, el bombardero de Nebraska y víctima preferida de Federer.
La cosa se fue casi hasta las cinco horas, con un set-thriller final interminable lleno de imprecisiones y de alternativas: 17-15. El ruso con acento americano llevó a sus compatriotas a la final en la que se enfrentarán a los argentinos, mientras que Andy se llevó por delante el marcador del tiempo de una patada de rabia al final de la batalla.
He de confesar de que, a pesar de que a mí me encanta el tenis, el asunto se me hizo un poco largo. Estaba deseando que terminara el partido, aunque creo que a los jugadores les urgía más.
La final será en diciembre en medio del frío moscovita. La elección de la superficie no será tan definitoria como contra la tropa del hermano de "Big Mac". Los argentinos tienen donde elegir y paladines para defender la plaza sea el tierra, en cemento o en hierba... Así que, ya veremos.
Esto de residir en esta ciudad tiene sus ventajas. Una de ellas es la de disfrutar con relativa frecuencia de espectáculos de este tipo. Que siga la fiesta.
25 septiembre, 2006
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