Las bajas temperaturas de esa noche estuvieron a punto de ser la causa de la suspensión de los baños pero la fe y las tradiciones se impusieron y "los morsas" se pudieron zambullir, con todas las bendiciones de los popes ortodoxos, en un agua gélida, pero calentita en comparación con la temperatura del aire, 35 grados más baja.
La tradición dice que el agua durante esa noche está bendita y que es imposible que la gente enferme y lo cierto es que no se tienen noticias de bajas laborales o pulmonías provocadas por el evento. Después del baño la gente estaba de lo más contenta con las sensaciones experimentadas mientras bebía té caliente en las tiendas de campaña plantadas sobre el hielo para la ocasión. Dicen los entendidos que la practica del baño invernal te garantiza una salud de hierro. Puede ser... me imagino que todos los recursos del organismo se ponen a tope y las defensas se mantienen altas y dispuestas a rechazar cualquier enfermedad durante el resto del año... puede que sea verdad y que todo esto tenga su base científica pero yo nunca me he atrevido a comprobarlo.
Y tiempo tendré porque todavía queda un mes y medio de invierno... pero no creo que me atreva; me contentaré con poder esquiar por los parques de esta ciudad y pasear observando sus peculiares escenas invernales, mientras llega la primavera.
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