
No creo que me vaya a extender demasiado. Tengo muchas cosas en mi zurrón canadiense, pero no encuentro las que merezca la pena enseñar. Al menos eso me parece... puede que la causa sea lo repetido del viaje o mi estado de ánimo, o quizá todo fue excesivamente normal.
Las emociones del encuentro con mis amigos solamente me incumben a mí. Por mucho que la experiencia de los medios con programas del pelaje de "El Gran Hermano" indique lo contrario, a vosotros no os deberían interesar.
Canadá es espacio, mucho espacio. Es un país enorme con déficit


Son ciudades gigantes, muy extendidas, desparramadas. Las calles son rectas interminables, kilométricas, que se entrecruzan para formar megaparrillas. Los centros urbanos son inciertos y altos. Una señal inequívoca de que uno se encuentra en el centro de la ciudad es el estar rodeado de rascacielos. Al canadiense le debe de pillar un poco por sorpresa no encontrar espacio para expandirse y, cuando no lo consigue, reacciona con violencia para ganarle al aire lo que no encuentra en la tierra. Edificios altísimos, azules, geométricos, acristalados, de inspiración vegetal, mineral, animal...


Es imposible vivir sin coche...Las distancias son tan grandes. No existe cultura de transporte público en Canadá. Hasta en las grandes ciudades faltan autobuses, metro, tranvías. Es imposible llegar a tiempo o visitar más de dos lugares si no se va en coche. La mentalidad de la gente se ha adaptado a las circunstancias y nadie imagina su vida sin sentarse al volante menos de tres horas al día.
Es esto no hay diferencia alguna en este país dual. Canadá es dos países:


Pero Canadá es en el fondo una entidad inexistente. Es un país de inmigrantes como Estados Unidos o Australia. En realidad, los únicos habitantes de este vasto territorio son unas comunidades de indios alcoholizados que están a punto de perder su identidad diferencial. Muy a pesar de los esfuerzos del gobierno en conservarlas. Lo demás es un miríada de comunidades llegadas de todas partes del mundo y que, ante la imposibilidad de fundirse en nada, han formado sus micropaíses, sus barrios estancos, viviendo junto con los demás, pero no revueltos con los demás. Un paseo por Toronto te lleva a visitar medio mundo, desde Grecia hasta Korea, con un parada para comer en Etiopía y para comprar en Chinatown. La abundancia de grupos de niños y adolescentes de todas las razas mezcladas que conviven su amistad no parece suficiente para que desaparezca esta sociedad de esclusas en el futuro. Pues hay un tiempo para el aprendizaje y otro para la preponderancia.

Y claro, como cualquier sitio que se precie este país tiene sus “tarjetas de visita”, sus carbunchos que llaman la atención: las espectaculares con todas la letras cataratas de Niágara, la CN Tower, el pirulí de las telecomunicaciones de Toronto que hasta hace cuatro días era el edificio más alto del mundo, la calle Yonge, la más larga del mundo con sus 1.900 kilómetros de longitud, la región de los grandes lagos que son uno solo, la fuerza del río San Lorenzo. Y todas aquellas cosas que no he visto...
En cualquier caso, Canadá es un sitio tranquilo y bello, sin estrés, es la América plácida, donde cada uno vive para sí, sin que nadie le moleste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario